Si alguien piensa que correr una maratón es solo para los jóvenes, debería conocer a Ploutarchos Pourliakas. Hace 15 años, con 73, e inspirado por su hijo Pourliakas decidió lanzarse al mundo del running. Y este año este corredor griego ha vuelto a hacer historia al completar su 12º Maratón de Atenas este pasado domingo. ¿Su mensaje? Que la edad no es excusa, y que con ganas, cualquier meta es alcanzable.
Este evento, conocido como «La Auténtica», no es cualquier maratón. Su ruta se inspira de la que recorrió Filípides, aquel legendario mensajero ateniense que, hace la friolera de 2.500 años, corrió desde el campo de batalla en Maratón para anunciar la victoria a su pueblo. Y ahí estaba Pourliakas, sumándose a la leyenda en un recorrido que también fue escenario de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. ¿No es inspirador? Este año, completó los 42,195 kilómetros en seis horas y 31 minutos, rebajando su marca en 18 minutos respecto al año anterior.
El momento en el que cruzó la meta en el icónico Estadio Panatenaico fue sencillamente emocionante. «He terminado, y encima he mejorado respecto al año pasado», dijo con una mezcla de satisfacción y orgullo. Este año hizo el recorrido en seis horas y 31 minutos, bajando su marca en 18 minutos. Para él, una proeza, ¡y para cualquiera! «Me siento joven, pero joven de verdad, mucho más de lo que me dicen estos 88 años en el DNI», compartió mientras su familia, incluida una tropa de nietos encantados, le aplaudía como si fuera un héroe. Y no es para menos, que ya van doce maratones en su historial, ni más ni menos.
Y eso que Panatenaico no empezó joven. Fue hace apenas 15 años, inspirado por su hijo, que se dedica a correr ultramaratones. Fue en su tierra natal, Kastoria, al norte de Grecia, donde decidió que, si su hijo podía, él también se animaría a echar unas buenas carreras. Y desde entonces, no ha parado. Claro, algunos le miran con incredulidad, como diciendo “¿en serio tienes 88?” Pero él se ríe y lo tiene claro: «¿Por qué no iban a creerme? Cualquiera puede lograrlo. Basta con querer de verdad».
A diario, su rutina es sagrada: recorre de cuatro a cinco kilómetros, que se dice fácil, pero ¡tiene tela! Y en fin de semana, se lanza a los 20 km como si nada. Nunca ha fumado, ni se da grandes atracones. «De beber, ni gota. Bueno, salvo un poquito de ‘tsipouro’ al día, pero eso cuenta como medicina, no como vicio», comenta entre risas. Y sí, come de todo, pero siempre con moderación. Una vida sin excesos, en sus palabras.